Le Mans Classic 2023: viajamos a uno de los mejores eventos de autos de carrera del mundo

En el podio de los circuitos de carreras de autos más emblemáticos del mundo, sin duda Le Mans tiene un lugar. Una pista donde corrieron los más grandes y pasaron a la posteridad autos legendarios como los Porsche 917K, Ferrari 250 y Ford GT40. La pista que una vez al año aloja a las 24 Horas, la competencia de resistencia más famosa .

2023 es un año muy importante para la carrera, ya que cumplió 100 años desde aquella primera edición en 1923. Y no solo por eso, sino porque el ganador fue Ferrari, que rompió así un maleficio de más de 55 años desde que Ford quebrara su hegemonía en 1966, hecho retratado en la popular película Ford vs Ferrari.

Le Mans Classic, el evento al que TN Autos asistió, es una retrospectiva de las 24 Horas que se realiza desde 2022 y en la que participan autos del pasado, de entre 1923 y 2010. Un verdadero festín para los amantes de los fierros, pero además un evento cargado de emotividad ya que no todos los días se ven en la pista y a acelerando de verdad a clásicos atemporales.

Ese es uno de los puntos fundamentales de este evento: los autos corren en serio. Por eso al caminar por la calle de boxes uno puede sentirse en épocas “sagradas” del automovilismo, como los sesentas y setentas, cuando la electrónica no había irrumpido y los autos eran fieras difíciles de dominar que superaban los 300 km/h.

Este evento permite sentirse adentro de películas de culto como Le Mans, la obra de 1971 protagonizada por Steve McQueen. Además aquí ocurrió la peor tragedia en la historia del automovilismo, cuando en 1955 un Mercedes-Benz salió despedido hacia las tribunas repletas y murieron 84 personas (ese día Fangio se salvó por poco).

Y es el mismo circuito que vio ganar a dos argentinos, José Froilán González (Ferrari), en 1954, y José María “Pechito” López (Toyota), en 2021. “Con lluvia y niebla casi constantes, manejé 17 de las 24 horas ese auto al que tuvieron que ponerle una bolsa de arena mojada para que tuviera más agarre”, contaba Froilán de la que para él fue su carrera más difícil.

Historia al margen, las dimensiones de Le Mans Classic pueden intimidar: más de 800 autos en pista (por turnos), 1000 pilotos, 8500 autos de diferentes clubes expuestos en las inmediaciones del circuito y 150 expositores entre los que se encuentran Alfa Romeo, BMW, Maserati, McLaren y muchos otros.

El complejo es prácticamente una pequeña ciudad dedicada al automóvil, donde por las calles internas andan los autos de carrera como si fueran vehículos de calle.

Autos con alma

Tamaño evento requiere una organización monstruosa, no por nada es considerado uno de los mejores eventos de autos clásicos del mundo. Pero además de las dimensiones, se trata de la calidad e importancia de los autos.

Los grupos básicos se dividen en 6 y por épocas. Son los siguientes:

Grupo 1 de 1923 a 1939

Grupo 2 de 1949 a 1956

Grupo 3 de 1957 a 1961

Grupo 4 de 1962 a 1965

Grupo 5 de 1966 a 1971

Grupo 6 de 1972 a 1981

A estos se suman dos grupos más:

Grupo C de 1982 a 1993 (aquí hay algunos de los autos de carreras de resistencia más brutales y recordados de todos los tiempos).

Leyendas de las Carreras de Endurance (incluye GTs y prototipos de la década del 90 y hasta 2010).

De esta forma, la edición del centenario de Le Mans Classic abarca autos desde 1923 hasta 2010, ¡imposible aburrirse!

Clima Racing

En mi opinión, lo mejor del evento es el clima y el ambiente que se respira. Los equipos con sus looks de época, los autos de carrera avanzando entre el público, el olor a combustible y cierto “desorden” propio de mover más de 800 autos de carreras por tandas. Para el entusiasta, una fiesta.

Lo segundo: es una carrera de verdad. Los autos no salen a pasear ni es una competencia de regularidad. Así, se pueden ver y escuchar leyendas de competición acelerando a fondo y realizando sobrepasos en curvas donde muchos se quedan sin aliento. Un espectáculo que supera las expectativas de lo que uno, a priori, se podría imaginar de “sacar a pasear” autos tan valiosos.

Tercero: el interés del público. Más de 230.000 personas se acercaron al circuito de la Sarthe durante los cuatro días y noches, ¡récord histórico para el evento! El sábado a la medianoche me fui caminando desde la recta principal, pasando por el famoso puente de Dunlop y hasta el comienzo de la recta de Mulsanne, ¡todo lleno de gente!

Una receta infalible: autos legendarios, carreras de verdad y un circuito mítico. ¡Si te gustan los autos no hay forma de que no te emocione!

Infinitas atracciones

Con tantos autos el cronograma de actividades del evento es interminable. El viernes pruebas libres, el sábado clasificación y el domingo las carreras, con la típica salida Le Mans: los autos a un lado de la recta estacionados a 45 grados y los pilotos al otro lado para ir corriendo, poner en marcha y arrancar cuanto antes.

Todo con el interés agregado de una amplia participación de argentinos. En 2023 hubo nueve autos con pilotos argentinos en diferentes categorías. El más antiguo (Grupo 1) fue un Bentley 3 L Super Sport de 1926. También hubo ejemplares de Maserati, Aston Martin, Cooper, Alfa Romeo y Porsche.

Cada una de estas etapas se va llevando adelante por grupos. Primero el Grupo 1, luego el 2 y así sucesivamente hasta llegar las bestias del Grupo C y las leyendas de las carreras de resistencia.

Seguramente por las imponentes estructuras que se levantan a ambos lados de la recta principal, que incluye tribunas pero también cabinas de transmisión, sala de prensa y múltiples espacios VIP, el sonido cuando los autos pasan por la recta es atronador, a tono con la importancia de un lugar que ya es parte esencial del automovilismo mundial.

Por fuera de las carreras propiamente dichas hay muchísimos entretenimientos, empezando por la participación de niños en unos autos a estala que imitan a la perfección -y con una calidad admirable- a los clásicos “mayores”.

Pero también hubo desfiles -a fondo- de la línea M de BMW, de Ferrari, de prototipos actuales, y de colectivos históricos, solo por mencionar algunos. ¡Hasta una demostración de aviones! Todo esto sin contar con el cercano Museo de Le Mans donde descansan algunos de los autos más importantes de todos los tiempos.

En los sectores más alejados de la pista hay todo tipo de comercios, desde indumentaria específica vintage, pasando por obras de arte con temática del motor, calzado, elementos de decoración y mucho más. Todo un mundo en torno al deporte motor.

Una de las cosas que más me llamó la atención es que cuando los autos salen de la pista y tienen que regresar a su parque cerrado (que está dividido por grupo), circulan por calles abiertas al público. Es entonces cuando los organizadores tienen que liberar las calles a puro grito y silbatazo mientras los autos avanzan y pasan a centímetros de la gente. ¡Se puede sentir el calor de las máquinas y hasta el olor a embrague quemado!

De la misma manera, incluso por calles un poco más lejanas uno se puede cruzar con autos de carrera circulando como si fueran un humilde Renault Clio. ¡Y esto también pasa de noche!

A todo esto hay que sumar que miles de personas concurren al evento con sus autos clásicos, que en muchos casos son dignos de exposición. Conté decenas de Lotus, Alpine, Aston Martin, Corvette y Maserati andando por las calles.

En una época donde la electrificación avanza y la movilidad a base de motores a combustión quedó mal vista, un evento como Le Mans Classic solo puede ganar cada vez más seguidores. No solo porque celebra un mundo que ya no existe y está enmarcado en la nostalgia, sino porque lo hace de una manera exuberante.

Uno podía estar una semana entera para ver en detalle los miles de autos que hay en total entre los que corren, los expuestos y los particulares que asisten al evento. En un solo estacionamiento se pueden ver más Ferrari que en las calles de Módena. De verdad.

Una fiesta de los autos clásicos, pero en especial de esas máquinas que solo se pueden disfrutar en plenitud al verlas y escucharlas en la pista, el lugar para el que fueron creadas. Es que Le Mans Classic es también un homenaje a la adrenalina, a las agallas de pilotos que arriesgaban su vida por el simple hecho de acelerar un auto de carrera. Para algunos, un sin sentido; para otros, simplemente pasión.