Tal vez llegó la hora de resignarse. Dejar de pedirle a cada nueva expo de autos que sea como las mejores que vimos alguna vez. Aceptarlo: la era de los grandes salones del automóvil ha muerto. No existe más. No importa quién organice. No importa el país. No importa cuántos kilómetros vueles y husos horarios atravieses para llegar. Lo que cambió no son los salones, sino el mundo.
No se puede seguir midiendo las expos contra su pasado. Es como evaluar la aparición del automóvil a fin del Siglo XIX con los parámetros del carro tirado por caballos. Creo que la única forma de juzgar de ahora en más una exhibición de autos es con anteojos nuevos. Dejar de esperar que sea maravillosa en el mismo registro de las anteriores (spoiler: no lo será nunca), y en cambio evaluar sus potencialidades, lo que permite, las discusiones que habilita.
El Salón de Múnich nunca será el Salón de Frankfurt. Tampoco le corresponde. Pero incluso el Salón de Frankfurt -monarca del calendario, el más grande del mundo en sus días- estuvo lejos de su época dorada en su última edición de 2019.
Pero alguien podría preguntar: ¿y qué fue la época dorada de los salones? La respuesta es simple: cuando casi todas las marcas destinaban esfuerzos y recursos -dinero, mucho dinero- a tener el mejor stand, con la mayor cantidad de novedades y el mejor show. Cuando no estar significaba no existir, y la gran mayoría de marcas se reunían bajo el techo de La Rural de Palermo a mostrar todo lo que tenía para dar.
El IAA Mobility (siglas en alemán de Internationale Automobilausstellung) o para nosotros, Salón Internacional del Automóvil de Alemania, es la exposición alemana de autos más importante. Desde 2021 se realiza en Múnich con un concepto innovador: una parte transcurre en un predio cerrado de exposiciones y otra parte en diferentes puntos de la ciudad, al aire libre. Todo interconectado por un bus -gratuito- que pasa cada 15 minutos, con pistas para test drive de autos, motos y bicicletas eléctricas, charlas, debates y múltiples actividades para la familia.
Así y todo, digámoslo: ya no hay grandes stands, ya no hay decenas de autos posando ante los flashes. Ya casi no se ven vehículos a combustión interna sobre los pisos brillantes del centro de exposiciones. No es que las marcas no los tengan, sino que no los muestran en el centro de la escena. Ya no hay exposiciones monstruosas que para recorrerlas se necesitan dos días de prensa (caso Frankfurt).
En esta edición del IAA estuvieron las alemanas Volkswagen, BMW, Audi, Mercedes-Benz y Porsche. Pero también Renault con la develación mundial de la Scenic, uno de los highlights del evento. Las marcas europeas recibieron un doble embate: por un lado, Tesla dejó a un lado sus principios y participó de un autoshow (algo muy raro); por el otro, las marcas chinas pisan cada vez más fuerte, exhiben sus productos y los someten a escrutinio popular. Hasta hace no tanto su personal en las expos se dedicaba exclusivamente a medir, investigar y fotografiar modelos de la competencia. Ahora no van a tardar en ganar pociones de mercado.
¿Ausencias? Muchísimas. ¿Pero tiene sentido hacer enormes listas de faltazos? Que la mayoría de los fabricantes no estén en un salon internacional pasó a ser lo normal. En cambio, hay que empezar a nombrar lo que está. Y lo que está puede resultar extraño. Tan extraño como estas tres palabras: Seres, Leapmotor, Forthing.
Se trata de un trío de marcas chinas que estuvo en la feria alemana con productos concretos, que posaron sin complejos para quien quiera subirse, tocarlos, olerlos. Al lado de estas empresas BYD, marca china que fabrica desde 2003, era una vieja conocida.
Pero la potencia de China en el mercado automotor europeo no solo se vislumbra en estas marcas, sino al repasar las interconexiones entre algunos fabricantes tradicionales y los del Gigante Asiático. Limitémonos solo al IAA 2023: la británica y tradicional MG, que mostró el roadster con el que pretende recuperar el glamour de antaño, ahora está bajo el paraguas del gigante chino SAIC; Smart, la ingeniosa marca de los (ex) city cars, ahora es de Mercedes-Benz y la china Geely; y Densa, la marca de lujo de la china BYD, tiene en parte a Mercedes-Benz como propietario.
A margen de esto, la muestra acentuó el camino de la electrificación con prototipos que anticipan una evolución real en términos de confort, tecnología y autonomía. Una expo que, de las ultimas que vi en persona, es la que mejor se las arregló para tratar de plantear algo nuevo sin caer en una versión pobre y ridícula de sí misma. Dicho de otro modo: de todo lo que se hizo desde que los salones dejaron de ser salones (que fue hace mucho), el IAA Mobility de Múnich me parece el mejor intento.
¿El motivo? Al menos a mi, después de recorrerlo en su variedad me dejó el interrogante de cómo las personas debemos movernos por el mundo. Y más específicamente, cómo deben ser los autos de las próximas décadas.
Un salón del automóvil y la movilidad que deje preguntas, tal vez todo se trate de eso.